sábado, 11 de julio de 2009

Corre riego la noción del sacerdocio

Con motivo del año Sacerdotal, en la Audiencia del pasado miércoles el Papa meditó sobre un grave riesgo que las condiciones actuales cometen a la concepción del sacerdocio.
"En un mundo en el que la visión común de la vida comprende cada vez menos lo sagrado, en cuyo lugar lo "funcional" se convierte en la única y decisiva categoría, la concepción católica del sacerdocio podría correr el riesgo de perder su consideración natural, a veces incluso dentro de la conciencia eclesial. No es casual que tanto en los ambientes teológicos, como también en la práctica pastoral concreta y de formación del clero, se contrastan, e incluso se oponen, dos concepciones distintas del sacerdocio. Subrayé a propósito de esto hace algunos años que existen "por una parte la concepción social-funcional que define la esencia del sacerdocio con el concepto del "servicio": el servicio a la comunidad, en la realización de una función…Por otra parte, está la concepción sacramental –ontológica, que naturalmente no niega el carácter de servicio del sacerdocio, sino que lo ve anclado en el ser del ministro y considera que este ser está determinado por un don concedido por el Señor a través de la mediación de la iglesia, cuyo nombre es sacramento. También la mutación terminológica de la palabra "sacerdocio" hacia el sentido de "servicio, ministerio, encargo", es signo de esta concepción distinta. A la concepción ontológica- sacramental está ligado el primado de la palabra y del servicio del anuncio.
Bien mirado, no se trata de don concepciones contrapuestas, y la tensión con que todo existe entre ellas debe resolverse desde dentro".
Sin embargo hay un hecho histórico sorprendente que brinda al respecto muy valiosos aportes.
Los malabares o cristianos de santo Tomás constituyen una población numerosa de la India en la costa de Malabar, que profesa el cristianismo y que pretende que el primer fundador de su iglesia fue el Apóstol. Cuando los portugueses llegaron a este país a principios del siglo XVI, quedaron admirados de hallar numerosas poblaciones de cristianos que por aquel tiempo andaban esparcido en 1.400 pueblos o villas; no admitían más que tres sacramentos, el Bautismo, el Orden y la Eucaristía; y para la Consagración se servía de pequeñas tortas hechas con aceite y sal. Pero es cierto que creían en la real presencia de Jesucristo en la Eucaristía y en la Transubstanciación.
En efecto Dios había querido preservar la fisonomía de verdadera iglesia atada a su núcleo esencial. El documento Dominus Deus nos dice que ser iglesia significa reunirnos en torno a Cristo presente en la jerarquía y en la eucaristía. Jesús a través de la acción de los ministros ordenados se hace presente en medio de nosotros en la Eucaristía.
Es maravilloso como ese núcleo primogéneo formó la iglesia cuando ésta no tenía ni siquiera las Sagradas letras del Nuevo Testamento y cómo en el sorprendente caso de la iglesia en Malabar mantuvo la fisonomía de verdadera iglesia por 1.400 años durante las circunstancias de tal aislamiento de esos cristianos de los restantes círculos de fe. Eran verdadera Iglesia porque se reunían en torno a Cristo verdaderamente presente en la Eucaristía por acción del sacramento del Orden.
Este año Sacerdotal es una gran ocasión que Dios nos regala para que podamos redescubrir el sacerdocio en una realidad que le toca al ser más profundo y verdadero de la vida cristiana.

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