sábado, 18 de julio de 2009

EVANGELIO

Domingo 19
16° domingo durante el año
Evangelio de nuestro
Señor Jesucristo
según san Marcos 6, 30-34
Al regresar de su misión, los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: "Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco". Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer. Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto. Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos. Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.
Palabra del Señor.


Comentario
"Si hacemos una síntesis de las calamidades de un pueblo mal gobernado encontramos en la profecía de hoy la dispersión. La autoridad que debe de ser una fuerza moral para unir, por sus errores se convierte en fuerza de dispersión, rebaño sin pastor" (Mons. Oscar Romero, homilía del 22/7/1979).
¡Cuántos muros hay aún en nuestra tierra! Muros del corazón, llenos de odios, o de rencor, o de tristeza y abandono. Pero también muros reales, concretos (y ¡de concreto!) que buscan separar pueblos, ciudades, barrios y países, como si unos debieran defenderse de otros considerando "al que queda del otro lado del muro" como delincuente. La carta, en cambio, nos insiste en que el Señor ha tirado abajo esos muros, ya no sirven, ya no tienen sentido. Es fundamental, entonces, recrear la unidad y la identidad de los pueblos, y así entonces podemos vivir la paz que señala la misma carta. Porque, justamente, los muros traen más odio.
"Cristo quiere buscar un momento de reposo, pero la gente lo necesita y va allá y lo encuentra. Es una muchedumbre, una muchedumbre que el evangelio describe con palabra inigualable: "Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima porque andaban como ovejas sin pastor y se puso a enseñarles con calma". No había prisa, ya no había cansancio; las ovejas lo requieren. Este sí que es buen pastor. Pero lo que el pobre Jesús encuentra es un pueblo que ha perdido su unidad, su mística, (?) se ha olvidado de Dios y no hay quien lo oriente a esa búsqueda. Él se pone a enseñar que la única salvación viene de Dios, que Dios nos ama, que Dios no nos ha desamparado, que nos amemos, que no nos dispersemos. Tal sería la enseñanza de nuestro Señor Jesucristo" (Mons. Oscar Romero, 22/7/1979).


El descanso es necesario

Los apóstoles cuentan a Jesús lo que han hecho, porque tienen clara conciencia de que están cumpliendo una misión recibida de él. Queda claro que el protagonista es Jesús y que, de alguna manera, hay que rendirle cuentas y dialogar con él sobre la misión que él mismo ha encomendado. Luego Jesús hace notar la necesidad de que descansen con él, la importancia de apartarse juntos a un lugar solitario; le preocupa que sus discípulos no tengan el reposo necesario. Podemos reconocer esa mirada amorosa del Señor en medio de los cansancios de nuestra propia vida. Allí, en nuestras tensiones y fatigas, Jesús nos ofrece un momento de compañía para aliviar nuestro agobio. Sin embargo, la compasión ante los reclamos de la gente puede más que la necesidad de relax y soledad. Jesús había llevado a los discípulos a descansar, pero, si avanzamos un poco más en la lectura de este texto, vemos que termina pidiéndoles que repartan el pan a la gente, porque deben reproducir en sus vidas la entrega de Cristo, que no vino a ser servido, sino a servir. Esto nos invita a pensar que el servicio generoso a los demás y la tarea evangelizadora nunca deberían ser algo agobiante o insoportable, y menos aún podemos pensar que es algo que nos impide el encuentro con el Señor. Porque, viviendo el servicio al hermano con amor y en presencia de Jesús, ese mismo servicio nos brinda satisfacción interior y se convierte en un encuentro con el Señor. Es lo que podríamos llamar una "espiritualidad en la acción", que nos impide separar demasiado la oración del servicio. Cuando nos indigna la injusticia y la corrupción, cuando nos duele la angustia de la gente sometida, cuando nos cansa la violencia y el egoísmo del ambiente, Dios nos invita a ofrecer lo poco que tenemos, nuestros cinco panes, nuestro tiempo, nuestro afecto, nuestras iniciativas. Con ese poco entregado generosamente, Jesús puede comenzar a hacer algo grande.
PRIMERA LECTURA
Jer 23, 1-6
Lectura del libro de Jeremías.
SALMO
Sal 22, 1-6
R. El Señor es mi pastor, nada me puede faltar.
SEGUNDA LECTURA
Ef 2, 13-18
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso.
Lunes 20
Éx 14, 5-18
Éx 15, 1-6
Mt 12, 38-42
Martes 21
Éx 14, 21-15, 1
Éx 15, 8-10. 12. 17
Mt 12, 46-50
Miércoles 22
Cant 3, 1-4
Sal 62, 2-6. 8-9
Jn 20, 1-2. 11-18
Jueves 23
Éx 19, 1-2. 9-11. 16-20
Dn 3, 52-52. 53-56
Mt 13, 10-17
Viernes 24
Éx 20, 1-17
Sal 18, 8-11
Mt 13, 18-23

No hay comentarios.: