sábado, 18 de julio de 2009

Gilada

"Que no se entere la gilada".
(Remate de la carta en la que el ex intendente de Santiago del Estero, Julio Alegre, le pedía a su director de Obras Públicas, Oscar Farías, que le reservara dinero y pasajes a Bariloche, donde se disponía a viajar en compañía de "cuatro conejitas".)
El Club Social y Deportivo La Gilada lanza su campaña de conscripción de socios. ¡Aproveche esta oportunidad única, deje de ser un tonto de capirote! ¡Por esta vez, no le vamos a cobrar cuota de ingreso! ¡Ahora integrar nuestra selecta cofradía de giles no le costará ni un centavo! ¡Métale, corra, llame ya! ¡Pertenecer tiene sus privilegios!
Nuestra institución, líder en su área, ha recorrido un largo camino (cuyo destino y sentido final desconocemos, puesto que somos unos giles) y está en estos momentos tan sólida, tan fuerte y tan activa que no duda en ofrecerles a todos sus miembros, sin excepción alguna, los siguientes beneficios:
• Amplio campo de juego, apto para la práctica de todas las indisciplinas deportivas.
• Magnífico estadio, en cuyas cómodas instalaciones usted podrá relajarse y gozar del partido mientras nuestros directivos se llevan la plata a Suiza.
• Duchas y vestuarios dignos de un sultán (la empresa no se hace responsable de la pérdida o de la sustracción de objetos de valor dejados ingenuamente a su custodia).
• Torneos internos (carreras de embolsados, tiro al pichón, truco, podrida, etcétera), con atractivos premios para la gilada ganadora.
• Bailes de carnaval y fiestas familiares para que nuestros socios se distraigan tirando serpentinas y apretando el pomo.
• Actividades culturales a elección: teatro, declamación, concursos de manchas y películas que casi todo el mundo ha visto.
• Debates sobre los grandes temas que sacuden al club (están permitidos los gritos, expresiones groseras, difamaciones y estallidos de indignación, total las decisiones al final las tomamos nosotros).
• Piletas de natación, velódromos, recitales de rock, carpas de circo... Como ve, aquí no reparamos en gastos con tal de que la amigable gilada mire para otro lado y no se aburra ni un minuto.

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