El adelantamiento de la campaña electoral también es una mala noticia para el sector agropecuario. El Kirchnerismo ya da por perdidos los votos en las principales zonas productoras y difícilmente se apresure a anunciar más medidas para flexibilizar trabas, intervenciones y prohibiciones que estimulen una mayor producción para la próxima campaña. Lo mismo vale para la rebaja en la retenciones a la soja, que se ha convertido en una bandera para la oposición legislativa, pero que depende del resultado electoral.
Para la actividad económica en general, este mayor estrés tampoco ayuda a modificar la fuerte desaceleración de los últimos meses. Ante la incertidumbre, la reacción de empresas y consumidores es desensillar hasta que aclare. Y, por las dudas, refugiarse en el dólar por si la crisis toma el rumbo de las que se produjeron en el pasado. Paradójicamente, esta sorpresiva jugada política no sólo amenaza con alterar los planes de la oposición, sino también los del Banco central.
jueves, 26 de marzo de 2009
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