DOMINGO 29
5° domingo de Cuaresma
Evangelio de nuestro
Señor Jesucristo
según san Juan 12, 20-33
Había unos griegos que habían subido a Jerusalén para adorar a Dios durante la fiesta de Pascua. Éstos se acercaron a Felipe de Betsaida de Galilea, y le dijeron: "Señor, queremos ver a Jesús". Felipe fue a decírselo a Andrés, y ambos se lo dijeron a Jesús. Él les respondió: "Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado. Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto. El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna. El que quiera servirme que me siga, y donde yo esté, estará también mi servidor. El que quiera servirme, será honrado por mi Padre. Mi alma ahora está turbada. ¿Y qué diré: "Padre, líbrame de esta hora"? ¡Si para eso he llegado a esta hora! ¡Padre, glorifica tu Nombre!". Entonces se oyó una voz del cielo: "Ya lo he glorificado y lo volveré a glorificar". La multitud, que estaba presente y oyó estas palabras, pensaba que era un trueno. Otros decían: "Le ha hablado un ángel". Jesús respondió: "Esta voz no se oyó por mí, sino por ustedes. Ahora ha llegado el juicio de este mundo, ahora el Príncipe de este mundo será arrojado afuera; y cuando yo sea levantado en alto sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí".
Palabra del Señor.
COMENTARIO
La Alianza que Dios nos propone es una alianza de amor. Por eso se graba en el corazón y se vive desde el corazón. Ahí, en el corazón, en "lo más profundo del interior", por donde pasan las decisiones, ahí se juega nuestro discernimiento de aceptar o no esta alianza. Y aceptarla da vida.
Jesucristo es nuestra salvación. El selló la alianza de amor definitiva entre Dios y la humanidad. ¿Qué temor podemos tener frente a Dios? En su Hijo, Dios ha mostrado que quiere conservar con la humanidad un lazo irrompible de amor.
"Los asistentes interpretan de diversas maneras el sonido de la voz del cielo. La respuesta de Jesús nos lleva a una de las declaraciones más importantes de la primera parte del evangelio de Juan. Jesús comienza: 'No ha venido esta voz por mí, sino por vosotros' y a continuación afirma: 'ahora es el juicio de este mundo; ahora el Príncipe de este mundo será echado fuera'. La muerte de Jesús será la derrota del Príncipe de este mundo. Veremos este pensamiento también en el discurso de despedida. El poder diabólico queda derrotado por la muerte redentora de Crito, por su amor hasta el extremo. La muerte de Jesús y su elevación en alto son el comienzo de su glorificación y constituyen el hecho redentor. Jesús Redentor tiene la fuerza de atraer hacia sí a todos los creyentes" (Domingo Muñoz León, Evangelio según san Juan, en Com. Bíb. Latinoamericano, Ed. Verbo Divino).
Una vida fecunda, es servir amando
Jesús anuncia su muerte y explica el sentido de su pasión; él es como el grano de trigo que muere para dar nueva vida. La muerte de Jesús será fecunda porque él vino a comunicarnos vida abundante a través de su entrega hasta el fin.
Pero en el evangelio de Juan la crucifixión de Jesús no aparece tanto como una debilidad, sino como un reinado en el trono de la cruz, como una elevación: "Cuando sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí". El evangelio mismo aclara que cuando habla de elevación se está refiriendo en primer lugar a la cruz: "Decía esto para indicar cómo iba a morir".
La cruz en el evangelio de Juan aparece como una especie de trono donde Jesús es Señor, lleno de gloria, expresando la grandeza de su amor al Padre y a la humanidad.
La entrega libre de Jesús, que da la vida porque él lo decide así, nos invita a tomar también a nosotros una decisión libre de no aferrarnos tanto a nuestra vida y a nuestros intereses personales, y de entregarnos para comunicar vida a los demás, porque "el que quiere salvar su vida la pierde".
A veces no se trata de buscar alguna misión extraordinaria que nos haga sentir héroes o mártires, ni consiste en esperar que nos llegue alguna ocasión de sufrir algo grande que podamos ofrecer al Señor. Normalmente se trata de aceptar libremente la misión que nos toca cumplir, y de aceptar todas las molestias, cansancios e incomodidades que acompañan a esa misión. Algunos, por ejemplo, han soñado con tener hijos, pero cuando los han tenido no han aceptado los inconvenientes y renuncias que exige la paternidad, y así han perdido el gozo de ser padres. Jesús, con su ejemplo, invita a asumir esas fatigas y dificultades para que nos entreguemos de lleno a nuestra misión en esta tierra, con todas sus consecuencias. Él nos invita a seguirlo también en ese camino de la entrega, a estar con él imitándolo también en la donación de sí hasta el fin.
PRIMERA LECTURA
Jer 31, 31-34
Lectura del libro de Jeremías.
SALMO
Sal 50, 3-4. 12-15
R. Crea en mí, Dios mío, un corazón puro.
LUNES 30
Dn 13, 1-9. 15-17. 19-30. 33-62
Sal 22, 1-6
Jn 8, 1-11
MARTES 31
Núm 21, 4-9
Sal 101, 2-3. 16-21
Jn 8, 21-30
lunes, 23 de marzo de 2009
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