-Sabemos que el Tíbet bien puede ser llamado "la otra cuna de la espiritualidad", y sabemos también que allí el régimen chino ha realizado una gran injusticia. Dicen: "Hasta la fecha miles de tibetanos han sido asesinados, 6.000 templos y monasterios han sido destruidos, 130.000 tibetanos viven en el exilio, 8 millones de chinos han colonizado un país de 6 millones, y se le impone un control de natalidad inverso a las necesidades demográficas. Por cada 10 tibetanos hay un soldado chino. Se han construidos miles de kilómetros de carretera con mano de obra forzosa tibetana. Se estima que 1.200 tibetanos desaparecieron luego de las manifestaciones que coincidieron con los juegos olímpicos en Pekín (…) El Dalai Lama propone un dialogo con China, llevar a su país a una forma de gobierno democrático y propone como medio de negociación el "sendero del medio", en alusión a la filosofía pacifista propiciada por el Budismo.
- No es casual, desde luego, esta brutalidad. Todo lo que huela a principios rectores espirituales debe ser perseguido, debe ser destruido.
La meta del mal es que la luz no brille, que el cuerpo verdadero del hombre no alcance la iluminación. El mal sabe que si alcanzara tal propósito, él desaparecería de la faz de la tierra. En el infierno hay mas regocijo por un bueno que cae, que por mil seres esencialmente malos. En el marco de esta realidad que se advierte en todas partes, y con frecuencia hasta en el mismo medio ambiente personal, no cabe sino escuchar a Nervo: "No te resignes".
jueves, 26 de marzo de 2009
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