En estos días he escuchado por televisión distintos tipos de discursos políticos. Y en verdad uno queda sorprendido de escuchar lo que escucha. Está instalado ya en el lenguaje el término "inseguridad".
Cierto es que no es fácil salir a la calle en estos tiempos. Pero no tenemos por qué asustarnos… Pienso que cosechamos lo que sembramos.
Han salido políticos y artistas a hablar de este tema y todos coinciden en algo: Hay que reprimir y ser más duros.
No es tan sencillo a mi humilde modo de ver esta solución. Cuanto más se reprime más violencia se genera, es cuestión de abrir los ojos y darnos cuenta de este dato de la realidad.
En ninguno de los discursos se habló de lo importante que es cuidar el núcleo familiar como espacio para generar actitudes positivas en las personas y no destructivas. Pero hoy… se hace difícil hablar de familia. Las personas violentas no lo son porque sí nomás. La violencia es una actitud que uno va aprendiendo…
Y es triste tener que decirlo y quizás hasta chocante y agresivo pero lo vamos aprendiendo en casa.
Por tener nada o por tenerlo todo.
El que no tiene nada sufre la violencia por el sólo ver que otros tienen todo. La más de las veces el no tener espacios de educación convenientes, el que las familias estén desmembradas, el no tener trabajo digno, el que me pisoteen por ser de la villa o de este o aquel barrio "peligroso", el no poder traer el pan a los hijos como corresponde a cualquier buen padre, va generando violencias que no podemos ni imaginar.
Por otro lado los que tienen todo y siempre lo han recibido de arriba no pueden pensar en la posibilidad de que les falte algo que consideran importante y son capaces de pagar cualquier precio para alcanzar eso que no tienen. Y eso genera otro tipo de violencias que quizá no se ven tanto en los medios, pero que no dejan de ser reales.
Aquí en Formosa es impresionante la cantidad de familias destruidas y la enorme violencia familiar existente.
No nos asustemos que las nuevas generaciones salgan violentas. Les hemos quitado a Dios de sus vidas y estamos destruyendo la familia que es el núcleo contenedor y preventivo por excelencia, le damos información de cualquier tipo pero no les brindamos una educación que mire al bien de la persona, si pensamos en el futuro que le estamos preparando muchos dicen "¿Qué futuro?"
No nos asustemos. Todavía estamos a tiempo de revertir en parte esta situación. Apostemos a la familia, apostemos a la educación, apostemos a la fuerza de los jóvenes. Propongámosles metas exigentes y valiosas, luchemos por nuestra propia dignidad, intentemos hacer de nuestra vida algo lindo y bueno.
Quizá sea el puntapié inicial para vivir más seguros. Lástima que eso no entra en ningún plan de gobierno. Quizá necesitemos convertir nuestra mente y nuestro corazón… Vivir seguros, no será porque haya un policía por cada esquina de la ciudad (como acá en Formosa) sino porque haya personas que sean queridas, y valoradas, personas que vivan con dignidad, personas que tengan igual oportunidades de acceso a todos lo bienes de la tierra. ¿Será mucho pedir?
Hasta la próxima. P. Jorge, sdb.
lunes, 23 de marzo de 2009
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